Paseando por Congreso, quise ir a darle de comer a las palomas con mi hijo, tal como hacían conmigo todos los fines de semana cuando niño. Hace rato que supe que el monumeto central había sido cercado. Malditos, yo de esas barandas gigantezcas me tiraba en tobogán. Pero algo nos quedaba, las palomas. Grave error. Me encontre con el camping.
No es que no supiera que estaban allí, pero no pensé que eran tantas y tan ridículas. Convengamos que ya la situación es ridícula. Es jugar todo el tiempo a quien la tiene más grande. Y al Gobierno, en este sentido, no le calienta lo más mínimo recurrir a cuanto placebo se cruce. Ellos la tienen más grande que cualquiera, y al que los supere, se la cortan.
Dicen que es para que no presionen a los legisladores, la prensa sostiene que es para presionar a los legisladores. Yo creo que es para distraer la vista respecto de los arreglos con los que convenceran a los votos positivos.
Entre ellos se llaman militantes. Militar, para estos muchachos, es estar al pedo de la vida, exprimiendo la poca creatividad de la que disponen, después de años de no usarla, para ver de qué manera pueden hacernos quedar más en ridículo. La ténica parece funcionar, porque para hacer todas las payasadas que realizan, hay que demostrar que no se está bien de la cabeza. Lo cual generaría cierto miedo de parte de los otros. Si no tienen problemas en aparecer disfrazados de huevos o de toreros, son capaces de cualquier locura.
Militancia. Dicen que hacen militancia. Militancia del contrato. Militancia de la politiquería que les permitirá vivir sin laburar. Militancia de la desvergonzada manera de engrupir a la gente. Militancia de no tener una idea para resolver un solo problema.
Sin embargo, más fuerte fue mi impresión cuando al entrar a una de las carpas me encuentro con consignas alegóricas a los Montoneros, poniéndolos a la par de las Fuerzas Armadas Peronistas, las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ejército Revolucionario del Pueblo.
Un hombre preguntó qué tenían que hacer todas juntas. Me reí para mis adentros. Casualmente ayer estaba preguntándome lo mismo al plasmarlo en un comentario en Todos Gronchos. Al darme la vuelta grande fue mi sorpresa. Era él. Un verdadero militante de la resistencia peronista. Ninguno de los presentes sabían quien era. Yo, obviamente, si, dado que lo frecuento bastante por diversos motivos que nada tienen que ver con la política.
Se vino a casa a tomar unos mates y nos pusimos a charlar de aquellos años, motivado por la vergüenza ajena que sentía al ver como hay gente que dice estar en una vereda que nunca los representó. Vergüenza de estar viviendo épocas en las que las ideologías tienen precio en indemnizaciones.
La conversación indefectiblemente derivó, provocado por mí, en los militantes. Desde tirar monedas a la salida del cine en Florida y Corrientes al grito de "Viva Perón", hasta las primeras reuniones de la resistencia. La catarata de nombres parecía no tener fin. Personajes tan disímiles que parecía mentira escucharlos juntos. Gustavo Rearte y su visita a Fidel Castro, aquella en la que el Líder cubano le dijo que la revolución comunista en argentina no tenía sentido. Osvaldo Agosto y su participación en la organización y ejecución del robo del sable corvo de San Martín.
Finalmente, y como era de esperarse en una persona como él, todo recayó en el Movimiento Juventud Peronista y su decantación en las Fuerzas Armadas Peronistas. Envar El Kadri y Benito Rodríguez, carne y uña, culo y calzón. Gente tan conciente de su compromiso que eran realmente clandestinos. Rodríguez, por ejemplo, siempre se presentaba a trabajar al día siguiente, independientemente de sus actividades nocturnas. De hecho, una tarde estaba tomando mate en el balneario de San Isidro cuando suenan las sirenas. Penso que había perdido, que lo habían enganchado. Pero no, se lo estabo llevando a Quieto, que sin darse cuenta, estaba sentado a metros de él.
Cacho y Benito habían ido a visitar a Juan Domingo Perón en el exilio en reiteradas veces, de donde traían cintas con recomendaciones de parte del mismo.
En 1973, después de la llegada de Perón a la Argentina, bajaron un cambio. Habían llegado al poder. Quienes no lo entendieron, ya se habían ido hacía rato a las FAR y a Montoneros. El Kadri ocupó un cargo en la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires. Las mujeres de la organización eran pocas. La inmensa mayoría eran novias o esposas de los miembros y terminaban participando por inercia. Tiempo después, Cacho se fue a medio oriente. Al volver años después, se dedicó a dar charlas, a filmar con Pino Solanas y a otras cosas.
Benito Rodríguez se dedicó a la familia, a estudiar y formarse como profesional. Su vida siempre fue un misterio. Menos para Martín Caparrós, quien había estado con ellos en la "P" y rescato su historia. El Kadri también era medio reacio a recordar lo vivido. No por falta de orgullo, sino todo lo contrario. Estaban tan seguros de lo que querían y de lo que habían hecho, que no tenía sentido rememorar momentos en la que precisamente no la pasaban bien. Y principalmente, porque todo lo que hicieron, fue por convicción e ideales, y no por busca de fama, gloria o dinero.
Estemos de acuerdo con la metodología o no, lo mejor es respetar lo pasado, recordar, preguntar, y asombrarse, pero no juzgarlos desde nuestro concepto de moralidad del año 2008, donde no hay proscripción, no hay militares amenazando, no hay fusilamientos, ni detenciones sitemáticas.
En esos años, sabían que salían a la calle, pero no si volvían. Erpianos, servicios del estado, servicios del ejército, policías, sindicalistas, todos andaban con no menos de 3 fierros encima. No se sabía de donde podía venir el disparo.
Fue una tarde de historia que me hizo olvidar la tristeza del circo kirchnerista de la Plaza de los Dos Congresos. Al menos por un rato. Ahora que veo las fotos, más lo esuchado en la mateada vespertina, me siento muy descepcionado a modo ajeno. Que estos tipos se digan militantes y que a la vez se apropien del concepto de setentismo que otros compañeros más comprometidos con la realidad habían abandonado hace 35 años, da cierta sensación de escozor.
Sin embargo, debo reconocer que aprendí mucho. No siempre se tiene la posibilidad de charlar con alguien como el Hermano de uno de los dos amigos que nombré. Yo la tengo bastane a menudo.
García actualizado.