Un Día de Furia

La predicción que realicé hace unos días se hizo realidad.

Digno de mi calidad de boludo argentino, me dejé estar y fui a comprar un acondicionador de aire recién el miércoles pasado, con 42º de térmica y a las 20,00 horas. Vinieron a instalarlo el viernes a la mañana con 14º.

Anoche cuando me disponía a estrenar ese objeto de deseo tan criticado por el gobierno (pero que ellos lo hacen llorar de tanto usarlo) se corta la luz. Si, se corta la luz y no en mi departamento, no en mi edificio, no en mi manzana. Se cortó la luz en aproximadamente 80 manzanas.

Si a ello le sumamos que mi edificio tiene un sistema de tanque de agua subterráneo, la ecuación nos arroja un resultado de "No luz = No agua".

Con un bebé de 5 meses, sin agua, sin luz, sin ventilador de techo, sin aire acondicionado y con una tormenta que levantaba la humedad de las paredes, usted se imaginará que me transforme en una bestia verde. Pero no, no esta vez.

Para tratar de consolar a nuestro niño, lo recostamos sobre nuestra cama, siendo que en el mismísimo instante en que le soltamos el bracito, se girá de modo eléctrico dandose la frente contra la mesita de luz.

Yo sin saber a quien consolar primero, si a mi mujer bajo un ataque de nervios o a mi hijo que ya se estaba riendo en vez de llorar, decidí tomar las llaves del auto (si, no pude encontrar una sola vela solitaria, pero encontré las llaves del auto) y partir a la clínica.

En el transcurso de mi departamento a la Clínica se cayeron tres árboles producto de la tormenta. Tres árboles fuertes, no de esos enfermos, por lo tanto, la magnitud de la tormenta ya era notable. Más si contamos que el trayecto es de tan solo 6 cuadras.

En la clínica, con más luz, nos dimos cuenta que el gordo no tenía nada, sobre todo cuando vimos que no paraba de cantar en ese idioma que solamente los bebés entienden. La pediatra de la guardia nos miró como si fuéramos unos obsesivos. Pero bueno, al menos pude ver un partido de futbol de verano y con aire acondicionado.

Dormí muy mal, nos levantamos y antes de salir para lo de mis suegros a bañarme para no llegar a trabajar apestando (si, para mí la higiene personal es importante) abro la puerta y me encuentro una notificación de retraso en el pago del servicio de Luz...




Mientras me dirijo a mi empleo voy pensando en qué momento sucedió que una empresa no tiene tiempo para reparar una fase de luz pero sí tiene para reclamar UN día de atraso (que con el ritmo de hoy a la mañana, obviamente se convertiran en 2)

Estacionando en la puerta de mi trabajo, un hombre dá marcha atras en la senda peatonal y me abolla el guardabarros de mi auto. ¡La vida me sonríe!

Pienso que las cocheras, en vez de ser para quienes vienen a trabajar con chofer, debería ser para quienes deben cumplir un horario, no tienen choefer y llegan tarde por estar una hora esperando por un lugar para estacionar.

Saco cuentas de cuánto hubiera durado en libertad un día como hoy pero 3 años atrás.

Acabo de ver la foto de mi hijo.

Ya me olvidé de qué hablaba.